Nos llegan mensajes preocupantes, un ordenador gana a un maestro de Go, cuando es un juego donde importa mucho la predisposición interna. Watson, que ya parece de casa, ha ganado a los de Jeopardy y ahora está dando diagnósticos médicos con un 98% de acierto. Musk, Gates y Hawking alertan de la amenaza para los seres humanos. Nos asusta la inteligencia artificial y nos asusta que las máquinas puedan aprender.

Hans A. Böck
Hans A. Böck, CEO STRONG element

Si no tuviéramos ya suficiente con la competencia en nuestra profesión, con el “low cost” de algunos despachos temerarios, ahora nos viene la competencia de las máquinas.

Yo en primer lugar recomiendo la lectura de Can Robots Be Lawyers? Computers, Lawyers, and the Practice of Law by Dana Remus and Frank S. Levy que abordan desde la perspective cientifica ésta cuestión.

No me cabe la menor duda que la combinación de

Inteligencia artificial + machine learning + quantum computers

nos va a traer cambios vertiginosos a una velocidad aún más vertiginosa.

Los camiones que corren por EEUU sin conductor, los asistentes virtuales personales como Siri, o el de Riverview Law, Kim, ya nos dan una pincelada. El key de la cuestión es cuando sean las maquinas tan listas para aprender por si solas, que no precisen de programación, ni de algoritmos que les guíen… La singularidad, como lo ha llamado Kurtzweil.

¿Pero a mi cómo me afecta? Esa es la gran pregunta.

De momento creo que existe cierto margen para la inteligencia humana y su creatividad (hasta que nos arrollen las maquinas). Pero hay que tener conciencia de que lo que vale es el valor que producimos con nuestra actividad. Ya hemos visto como se nos han desplomado los precios por la comoditación de algunos servicios y productos legales, y habrá muchos más que entren en éste saco.

Todo lo que tenga un alto grado de rutina, será para las máquinas, todo los que tenga un alto grado de creatividad e imaginación será de los humanos, y se pagará muy bien.

Eso es un proceso que tiene dos vertientes, la especialización y aportación de alto valor, y el empleo de tecnología para el trabajo estándar de poco valor. Ya podemos elegir hacía donde nos dirigimos.

Para los despachos se plantean además dos escenarios: los clientes empresariales cada vez irán a más rutina y hacía la eficiencia, que trabajarán in-house o con especialistas en outsourcing. Los trabajos complejos pueden ir a despachos o a especialistas propios, porque los precios en éste segmento se dispararán por cierta falta de oferta ajustada a sectores y distintos perfiles de empresas.

Para los abogados dedicados a particulares, que es la inmensa mayoría de nuestros 160.000 profesionales, se hace el trabajo mucho más duro. Aquellos que crean servicios de renombre con un valor personal notable, seguirán teniendo clientes, pocos, pero buenos. Aquellos que tengan que competir con estructuras tipo Arriaga por asuntos masivos, tendrán que buscar alternativas para poder competir con empresas de éste tipo (que han venido para quedarse, ¡no nos engañemos!).

Y los letrados que viven de contratos pequeños, de administrar comunidades de vecinos, de mediar, etc. tendrán que competir con las automatizaciones de contratos, con la mediación online, con plataformas que rifarán asuntos al menor coste.

Como recomendación general sólo puedo añadir que hay que aprender a aprender y aprender a afrontar el cambio constante y continuo.

Hans A. Böck

 

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